IGUAZÚ Y SU CREATIVA APUESTA PARA DIFUNDIR EL TURISMO
Puerto Iguazú amaneció con un rugido distinto aquel lunes de septiembre. No eran solo las cataratas, eternamente majestuosas, sino el zumbido de micrófonos, risas y conversaciones que bajaban desde la radio de Perros de la Calle. Andy Kusnetzoff y su equipo se instalaron en el aeropuerto, entre valijas, vuelos y selva, y pronto las transmisiones se extendieron hacia los senderos húmedos y los saltos de agua que parecen desafiar cualquier descripción.
Lo que parecía un simple programa de entretenimiento se transformó en una especie de mapa vivo de Misiones: un territorio donde la naturaleza, la cultura y la planificación se encuentran, a veces con torpeza y otras con brillante sincronía, para ofrecer experiencias que no se compran con folletos ni se explican en estadísticas. Entre avistaje de aves, historias de guías locales y aromas de la gastronomía regional, la radio funcionó como lupa: permitió mirar lo cotidiano con asombro, y lo monumental con cercanía.
Pero detrás de la carcajada, el comentario ingenioso o el dato curioso, estaba el trabajo paciente y coordinado de instituciones públicas, operadores turísticos y comunidades locales. No se trataba de un acto aislado: cada ruta, cada experiencia, cada guía y cada señalización forman parte de una trama que busca evolucionar el turismo, hacerlo más creativo, más consciente, más vivo. La colaboración no es un slogan; es la diferencia entre un destino que se mira desde afuera y uno que se habita en intensidad.
Y entonces surge la pregunta que subyace entre los saltos de agua y las notas de radio: ¿Estamos preparados para un turismo que no solo entretiene, sino que transforma? Misiones parece responder: con su selva que respira historias, con sus instituciones que apuestan a la cooperación, con cada visitante que decide mirar más allá de la postal. Aquí, el turismo es un diálogo: entre lo público y lo privado, entre lo local y lo visitante, entre la sorpresa y la planificación, entre la risa y la reflexión.
En definitiva, lo que Perros de la Calle dejó aquel día en Puerto Iguazú no es un recuerdo efímero de un programa de radio. Es la evidencia de un turismo que evoluciona: un turismo que se permite jugar con la belleza natural, que se arriesga a ser disruptivo, que apuesta al entretenimiento como herramienta para mostrar que Misiones no solo existe, sino que propone otra manera de habitar la vida.
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